jueves, 22 de diciembre de 2011

Carta a Ray Bradbury de un chico de 16 años sobre el simbolismo en su obra.

 Hace unos días fue publicado en Paris Review una serie de cartas que en 1963 un chico envió a 150 de los más famosos escritores de la época preguntándoles sobre el simbolismo en sus obras como parte de un trabajo para su clase de Inglés. Incluidos Isaac Asimov y Ray Bradbury. De este último pongo una parte de la carta:


¿Siente que de manera subconsciente coloca simbolismos en su obra?

No, nunca pongo conscientemente simbolismo en mi obra. Eso sería un ejercicio auto-consciente y la auto-conciencia está derrotando a todo arte creativo. Es mejor dejar que el subconsciente haga el trabajo por ti, y quitarse del camino. El mejor simbolismo siempre es natural e inesperado. Durante la vida, uno guarda información que se acumula por sí sola en ciertas regiones del cerebro; esta se convierten automáticamente en símbolos en un nivel subliminal, y sólo necesitan ser llamados al momento de escribir. así, locomotoras pueden convertirse en dragones, o dragones locomotora a voluntad, si uno lo desea. Confío en mi subconsciente implícitamente. Es mi mascota. Intento mantenerla bien alimentada con información a través de todos mis sentidos, pero nunca miro directamente hacia ellos. Si lo hiciera, se rehusaría a hacer esos trabajos creativos para mí. Así que pretendo mirar hacia afuera al horizonte y lo siguiente que se es que mi subconsciente me está dando historias, acciones, y... por Dios, ahora... ¡símbolos!

¿Los lectores han llegado a inferir que hay simbolismo en su obra donde usted no ha querido que la haya? Y si es así, cómo le hace sentir ese tipo de interferencia? (¿Risa? ¿molestia? ¿etc.?)

Cierto crítico alguna vez pensó que HOMECOMING mi historia sobre una familia de vampiros era una parábola sobre la creación de la bomba atómica, bajo la amenaza de una bomba atómica. Estaba más que nada asombrado. Después de todo, cada historia es un test de Rorschach, ¿no es así? Y si la gente encuentra bestias y chinches en mis manchas de tinta, no puedo prevenirlo, ¿o si? Insistirán en buscarlas, de un modo u otro, y ese es privilegio suyo. Aún así, me gustaría que la gente, cuasi-intelectuales, no se esforzaran tanto en encontrar al hombre bajo la cama de la solterona. La mayoría de las veces, como sabemos, no está allí.






Interesante ¿no? No hay que esforzarse mucho en encontrarle más pies al gato.

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