Nací en Zamora Michoacán a la edad de cero años. Hijo de una humilde familia de campesinos anarquistas que trabajaban en una fábrica de avionetas. A la edad de 6 años y tras la trágica muerte de mi padre a manos de un oso polar, mi madre decidió escapar a las tiránicas jornadas de trabajo a las que el patrón José Monroy sometía a sus trabajadores (esclavos). Es entonces que nos instalamos en la aburrida, corrupta, y políticamente retrasada ciudad de Morelia. Sus bellas edificaciones de cantera rosa resplandecían detrás de los puestos ambulantes que bellamente adornaban la ciudad que vio nacer al ilustre y católico intolerante José Ma. Morelos y Pavón.
Viví mis primeros años en esta apestosa ciudad en un pintoresco campo de concentración de la era priísta que algunos suelen llamar Infonavits.
A la edad de no me acuerdo me metieron a estudiar la carrera en Kindergarden en donde tuve mis primeros contactos con el sistema educativo decadente y corrupto del que me seguiré quejando esporádicamente durante todo el siguiente texto. El instituto de estudios superiores Alfredo Mayefer contaba con las más modernas instalaciones decoradas con murales que representaban heroicamente a los héroes patrios de la comunidad infantil, tales como Winnie Poo, Bambie, Bugs Bunny, y los Muppets Babys. Acredité con honores las materias de dibujo con crayolas tóxicas, educación física, y dentro del área de competencias deportivas las célebres e infames cadenas de vomitadas donde si un alumno mal desayunado regurgitaba su licuado de plátano los demás no pudiendo quedarse atrás repetían el acto hasta vaciar sus tiernas pancitas por toda el aula.
Siendo ya un joven idealista, (...)-mi madre- tomó la desagradable decisión de inscribirme en una escuelucha primaria de la cual su nombre me importa un órgano fálico pero que recuerdo su apodo y este era la “Tipo” ubicada junto a la iglesia de sepa que pinche virgen en el centro de la ciudad. Gozaba de un ambiente académico lleno de animalitos del bosque, changuitos con ropa y mochilas, y uno que otro mocoso con principios de homosexualidad. Las mujeres-dinosaurio o maestras -como se nos ordenaba llamarles- imponían un ambiente cordial de opresión a toda aquella señal de aptitud creativa que fuera en contra de sus patrones de enseñanza venidos desde la era porfirista de la cual todas ellas parecían haber vivido. Asqueado por la calidad educativa del México moderno fue que a los nueve años emprendí un viaje por el mundo que me llevó a conocer ideologías como las Budistas-Zen, el socialismo y el Heavy Metal junto con un grupo de doce fieles discípulos míos que me traicionarían después al volverse simpatizantes del Partido Acción Nacional tras la promesa de convertirse en futuros directores de la Preparatoria 3.
De regreso a la tierra del taco y el patriotismo charro autodestructivo y teniendo que cumplir con mi deber como mexicano ingresé al Gulag de estudios medios conocido vulgarmente como la secundaria federal uno. Esta etapa de mi vida fue el primer contacto que tuve con las artes pornográficas, la ropa interior femenina, el racismo, la discriminación, la distinción de clases, la humillación, los exámenes extraordinarios, el profesorado corrupto, el uso de humillantes pantaloncillos cortos en educación física, los senos de las mujeres, la violencia, el abuso y todo aquello que hace de la infancia el futuro de la destructividad humana. Mis características caucásicas fueron objeto de la discriminación y la mofa de esos animalitos salvajes-alumnos impulsándome erróneamente a adoptar ideales fascistas y racistas. Tal fue la decepción que sufrí en la etapa post-púber que he decidido suprimir esta parte de mi biografía y reemplazarla por un momento de silencio en memoria a la terrible pérdida de mi infancia, mi inocencia y mi felicidad:
*Nota (Que quede claro que esta no es una forma de hacer espacio en un trabajo escolar que por demás considero inútil y de poco sentido práctico, así que todo reclamo por este gran espacio será tomado como una grave ofensa a la memoria de mi felicidad)
(
Minuto de silencio
)
(...)La historia de mi vida académica llega hasta aquí, sentado ante una computadora, furioso de saber que no podré ir con mi familia de vacaciones por tener que gastar una ridícula suma para comprar papeles que solo simbolizan el grado de deficiencia al que ha llegado el sistema educativo de México: Los exámenes extraordinarios.
Si algo refleja la podredumbre de una sociedad, sin duda es su sistema educativo.
La historia de la semana en fantasía
Hace 3 años.
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